El aumento demográfico y la falta de vivienda, en el último cuarto del siglo XIX, fueron una constante en las poblaciones de la margen izquierda. El vertiginoso desarrollo industrial originó serias complicaciones higiénicas, sociales, económicas, urbanísticas y, por supuesto, políticas.
A la par que crecían las industrias enclavadas en este área, fueron naciendo nuevas barriadas y modernos núcleos urbanos hasta crear una margen izquierda completamente urbanizada. Pero uno de los males más notables que sufrió Europa, que tuvo relación directa con la falta de viviendas y el hacinamiento de la población, fue el de las enfermedades y pandemias. Así, a finales del XIX, se proclamó de manera popular la máxima de Sol, Aire y Agua, proposición que se tuvo en cuenta a la hora de orientar y construir las nuevas viviendas: bien soleadas, bien aireadas, con buena ventilación, agua corriente, retrete y dormitorios suficientes para la familia.
Fue algo que se produjo de manera escalonada en todas las zonas industriales. Así, desde comienzos del siglo XX, en toda la margen izquierda se proyectaron viviendas obreras acogidas a las Leyes de Casas Baratas de 1911 y 1921 y se construyeron las casas pensando en los modelos británicos. En Portugalete se formaron dos cooperativas, constituidas por trabajadores de Altos Hornos de Vizcaya, La Naval y Babcock & Wilcox a partir de 1923 para construirse sus viviendas. Ambas emplazadas en Repélega, «Villa Nueva» inauguró las viviendas en 1926 y «El Progreso» en 1931. Ambos conjuntos están incluidos en el Inventario General de Patrimonio Cultural Vasco con la categoría de Conjunto Monumental. Algo más tarde se inauguró, en 1955, el conjunto residencial de la Babcock&Wilcox también ubicado en Repélega, ya construido por «Viviendas de Vizcaya».