Interior del laboratorio B&W (Ceferino Olivé, 1953. Acuarela. 59 x 43,5 cm)
un texto de Amaia Barrena García
Acuarela que muestra el laboratorio de la Babcock&Wilcox con vistas, en la parte derecha del cuadro, a las fábricas y al tejido industrial que se adivina desde sus ventanas. A la izquierda del cuadro, una mujer, probablemente María Ángeles Gutiérrez directora del laboratorio de Babcock&Wilcox, con bata de científica, inclina su cabeza para mirar por el microscopio. Al fondo, junto a probetas y otros útiles de estudio, varias personas mujeres y hombres, de igual vestimenta trabajan y parecen dialogar.
Allí está ella, mujer en tiempos huérfanos de feminismo. Allí está ella, probablemente se llama María Ángeles Gutiérrez directora del laboratorio de Babcock & Wilcox y no de una cocina. Con bata de científica y no de ama de casa. Con aires de independencia y callos en el ánimo de lo que cuesta lograrla. Mira por un microscopio la que se negó a mantener los ojos pegados a una aguja, una sartén, una fregona. Estudia las propiedades de la naturaleza, la que no quiso aprender recetas culinarias como mantra para ser esposa. Mujer en un mundo gobernado en masculino, tiene un cerebro eléctrico y no será un señor quien le controle el voltaje. Ella investiga en un lugar de ventanas a la pobreza, a la necesidad, a un futuro que se promete mejor y a una ciudad adolescente en constante cambio. Explora el hierro en miniatura a través de sus lentes. Las propiedades que ha de rebajarle, el mineral con el que puede emparentarle para que, de pronto, el mismo material que fabrica cadenas irrompibles tan pesadas como una elefanta embarazada, sea también la semilla para crear la cabeza de un avión tan ligero en el aire. Ella estudia las piedras pues sabe que son las que construyen el camino. Es consciente también de cómo se la recordará. La mayor parte de las veces al talento en femenino se le conoce por el nombre de “anónimo” en la Historia. O por el del hombre que andaba más cerca. Pero no le importa, piensa mientras continúa pegada a su microscopio, encorvada hacia el progreso. Ella es un libro cuando a otras no les dejaban leer. Ella es una revolución en sí misma. Y es el motor de otra.