La última colada. (Fernando Calleja Gordóbil, 2001. Óleo sobre relieve. 130 X 160 cm.)
Un texto de Amaia Barrena García
Un potente horno, convertidor de hierro en acero, escupe un humo ardiente por la parte de arriba, como si de una boca lanzallamas se tratara. Es hierro líquido, al rojo vivo lo llaman, que sale de él y se vierte por el canal que lo conducirá a la lingotera, un río de lava. Un volcán controlado.
Es una colada que sale hirviendo,
un volcán prefabricado,
una hoguera líquida que se hace río
con un puente de ida y vuelta a la Historia.
Aquello que hoy secuestramos en vitrocerámicas,
hace años nos hizo encender hornos.
¿A cuántas cerillas estaremos de nuestro pasado?