El trabajo de las mujeres en la época industrial tiende a ser invisible, porque se mueve, en cierto modo, en los límites del sistema. Podríamos decir que, con un criterio economicista, no se considera ‘trabajo’ aquél que no está sometido a un horario y una remuneración estipuladas. Sin embargo, el trabajo de las mujeres, remunerado o no, visible o no, era fundamental para mantener el equilibrio en la sociedad, contribuyendo, además, al bienestar general.
También existe la creencia de que el trabajo de las mujeres en las industrias surgió por la necesidad de suplementar el salario de los hombres para mantener a la familia, en cualquier caso, hubo muchas mujeres que sí trabajaron en diversas industrias. Trabajaban como los hombres, pero con cierto refinamiento de crueldad porque, salvo el del pudelado que era exclusivo de hombres, hacían trabajos tan penosos como ellos, por un salario mucho más bajo.
En la carga y descarga del carbón, del bacalao, de la madera, se empleaba a muchas mujeres. En invierno, el trabajo de las lavanderas y de las lavadoras de carbón o de mineral, era una verdadera tortura porque estaban en constante humedad, con aguas casi heladas.
El tabaco, la dinamita, la hojalata, las galletas, las conservas, etc. eran trabajos mayoritariamente realizados por mujeres, así como txirteras, cargueras, sirgueras, rederas, sardineras, empacadoras, lavanderas, costureras, planchadoras, cocineras, lecheras, vendejeras, aguadoras, enfermeras, etc. oficios a los que hay que añadir los trabajos que podían llevarse a cabo en el ámbito del cuidado doméstico.